Aunque entendemos que el toque de queda es un mecanismo epidemiológico de contención que tiene sus consecuencias severas sobre la economía informal, llevando a personas como los vendedores ambulantes a verse vulnerados a mayores niveles de pobreza, tenemos que entender las cosas en contexto.
El toque de queda es un medio para minimizar la cantidad de casos positivos cuya eficacia solo se aprecia en el contexto apropiado.
Y este es uno de los grandes problemas de la medicina preventiva, su éxito no lleva gloria, ya que nadie nota que funciona, veamos:
Suecia a menudo ha sido considerada un líder en lo que respecta a cuestiones humanitarias globales. En la pandemia de COVID-19, Suecia también ha creado interés en todo el mundo al seguir su propio camino de utilizar un enfoque «suave»: no bloquear, introducir restricciones principalmente voluntarias y rechazar el uso de máscaras.
Este enfoque les ha salido muy caro.
Dondequiera que las medidas han sido indulgentes, las tasas de mortalidad han alcanzado su punto máximo. En los Estados Unidos, las áreas que están saliendo del bloqueo temprano están sufriendo, y estamos viendo lo mismo en otros países.
Con una población similar a la de República Dominicana, una infraestructura clínica muchísimo más equipada, una población dócil y que suele acatar las medidas gubernamentales Suecia al día de hoy ha tenido un total de 5 846 muertes.
Nosotros en RD teniendo en cuenta las carencias sistémicas, apenas 1 968.
En Suecia, un país desarrollado han tenido casi 3 veces más muertes que en RD, y esto se debe casi enteramente a las medidas de contención.
Así que es muy mala idea, sé que es difícil y que el agotamiento nos abruma a todos, pero el toque de queda tiene su razón de ser.